Eran las seis y diez. Un helicóptero
sobrevoló la plaza.
Sentí miedo.
Cuatro bengalas verdes.
Los soldados
cerraron las salidas.
Vestidos de civil, los integrantes
del Batallón Olimpia
–mano cubierta por un guante blanco–
iniciaron el fuego.
En todas direcciones
se abrió fuego a mansalva.
Desde las azoteas
dispararon los hombres de guante blanco.
Disparó también el helicóptero.
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Rectoría en memoria del 2 de octubre de 1968, Universidad Nacional Autónoma de México Foto: Sergio Mejía Ontiveros
#2DeOctubreNoSeOlvida
#CaminamosSobreLosHuesosDeNuestrosDesparecidos
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Eran las seis y diez. Un helicóptero
sobrevoló la plaza.
Sentí miedo.
Cuatro bengalas verdes.
Los soldados
cerraron las salidas.
Vestidos de civil, los integrantes
del Batallón Olimpia
–mano cubierta por un guante blanco–
iniciaron el fuego.
En todas direcciones
se abrió fuego a mansalva.
Desde las azoteas
dispararon los hombres de guante blanco.
Disparó también el helicóptero.
Se veían las rayas grises.
Como pinzas
se desplegaron los soldados.
Se inició el pánico.
La multitud corrió hacia las salidas
y encontró bayonetas.
En realidad no había salidas:
la plaza entera se volvió una trampa.
–Aquí, aquí Batallón Olimpia.
Aquí, aquí Batallón Olimpia.
Las descargas se hicieron aún más intensas.
Sesenta y dos minutos duró el fuego.
–¿Quién ordenó todo esto?
Los tanques arrojaron sus proyectiles.
Comenzó a arder el edificio Chihuahua.
Los cristales volaron hechos añicos.
De las ruinas saltaban piedras.
Los gritos, los aullidos, las plegarias
bajo el continuo estruendo de las armas.
Con los dedos pegados a los gatillos
le disparan a todo lo que se mueva.
Y muchas balas dan en el blanco.
–Quédate quieto, quédate quieto:
si nos movemos nos disparan.
–¿Por qué no me contestas?
¿Estás muerto?
–Voy a morir, voy a morir.
Me duele.
Me está saliendo mucha sangre.
Aquél también se está desangrando.
–¿Quién, quién ordenó todo esto?
–Aquí, aquí Batallón Olimpia.
–Hay muchos muertos.
Hay muchos muertos.
–Asesinos, cobardes, asesinos.
–Son cuerpos, señor, son cuerpos.
Los iban amontonando bajo la lluvia.
Los muertos bocarriba junto a la iglesia.
Les dispararon por la espalda.
Las mujeres cosidas por las balas,
niños con la cabeza destrozada,
transeúntes acribillados.
Muchachas y muchachos por todas partes.
Los zapatos llenos de sangre.
Los zapatos sin nadie llenos de sangre.
Y todo Tlateloco respira sangre.
–Vi en la pared la sangre.
–Aquí, aquí Batallón Olimpia.
–¿Quién, quién ordenó todo esto?
–Nuestros hijos están arriba.
Nuestros hijos, queremos verlos.
–Hemos visto cómo asesinan.
Miren la sangre.
Vean nuestra sangre.
En la escalera del edificio Chihuahua
sollozaban dos niños
junto al cadáver de su madre.
–Un daño irreparable e incalculable.
Una mancha de sangre en la pared,
una mancha de sangre escurría sangre.
Lejos de Tlatelolco todo era
de una tranquilidad horrible, insultante.
–¿Qué va a pasar ahora, qué va a pasar?
José Emilio Pacheco
Las voces de Tlatelolco
LO QUE PASA EN LA CAMA PASA EN LA PLAZA,
¿Quién, quién ordenó todo esto?
A mi
hija,
que sus senderos bifurcados
sigan confluyendo un dos de octubre,
50 años
después
Es
posible afirmar que, desde el siglo XVI, —en realidad desde 1494 cuando en la
provincia de Valladolid se firma el Tratado de Tordesillas a
fin de evitar conflictos de intereses entre la Monarquía Hispánica y el Reino
de Portugal— el planeta está organizado como un “Sistema-mundo”. El término que acuñara
Braudel, y posteriormente utilizara su discípulo Wallerstein, permite analizar los
pequeños acontecimientos de una localidad dada desde una perspectiva de larga
duración y en términos mundiales de engranaje económico, político y social. Lo
que llamamos mundo moderno no es otra cosa que esa estructura centro-periferia
que cruzó el Atlántico, y posteriormente el Pacífico y Mediterráneo, vía el
colonialismo y asentó sus reales en la familia burguesa y nuclear. Hoy, a 50
años de la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco, me parece pertinente hablar
del Sistema-mundo que rodea la decisión y el discurso de Díaz Ordaz (un análisis exhaustivo al respecto se encuentra en “días de narrar” artículo del especialista en el 68 Pablo Tasso).
Una guerra de palabras, de historias
oficiales como el diario ficticio de un inexistente líder estudiantil Móndrigoque aseguraba conspiraciones e intervención extranjera, de loas nacionalistas que intentaban borrar,
como las cuadrillas de limpieza enviadas un día después, la sangre que
salpicaba el edificio Chihuahua y coloreaba la plaza de las Tres culturas. Una
decisión política local que sigue teniendo consecuencias hoy en México y
América Latina.
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2 de octubre 1968 |
A partir de los Acuerdos de Bretton Woods (1944), se inician los años dorados del capitalismo central, período (1945- 1971), que no sólo consolidó las economías de EU, Europa occidental y Japón sino todo el imaginario patriarcal, monoteísta e ilustrado que permanece, tambaleante, hasta el día de hoy. Sin embargo, desde finales de los años 60 —con la Primavera de Praga, el Mayo francés, el 2 de Octubre en Tlatelolco y la última etapa de la Guerra de Vietnam—, los síntomas de una crisis del Estado de bienestar y del modelo civilizatorio y cultural difundido por occidente se percibían.
No es casual que los jóvenes checos, eslovacos, franceses y mexicanos cuestionaran las estructuras de autoridad, que las mujeres objetaran el pensamiento monolítico y patriarcal, que los checos y eslovacos exigieran mayor libertad institucional, que los parisinos fraternizaran con las causas independentistas de los países periféricos y que los jóvenes mexicanos impugnaran la estructura colonial capitalista. La respuesta en todos los casos fue una mayor represión, una represión velada e ideologizada.
De alguna manera la crisis del capitalismo central
reeditó la Guerra Fría, el mundo entero, pero sobretodo los países periféricos,
se convirtieron en el campo de batalla de las dos potencias. En ese contexto,
debe entenderse la entrada de la República popular China (1971), la mal llamada
China comunista, al Consejo de Seguridad de la ONU como aliada de los EU; la
guerra árabe-israelí y el aumento de los precios del petróleo (1973),
ambos acontecimientos, así como el derrocamiento del Sha de Irán y el triunfo de una revolución abiertamente
anti-Estados Unidos (1979), reorganizarán
el mapa político de Medio oriente imponiendo jóvenes
líderes nacionalistas, en general aliados de los intereses
norteamericanos, que después de las primaveras árabes y envejecidos, se
convertirán en tiranos por derrocar.
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El discurso oficial en los medios, 3 de octubre 1968 |
De este lado del mundo, la crisis económica y el
surgimiento de movimientos sociales contestatarios aparecieron desde los años
60, con ellos se inaugura la era Kissinger y la “operación cóndor”, el apoyo a
gobiernos colaboradores y represivos como Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela y
el respaldo total a los militares en la región: Paraguay con Stroessner (1954-1989),
Brasil (1964-1985), Bolivia (1971-1978) y la junto cívico militar en Uruguay
(febrero de 1973-1985).
Fue, sin embargo, el golpe de estado en Chile,
financiado por las transnacionales norteamericanas, entre ellas el gigante de
telecomunicaciones ATT, al primer gobierno de orientación marxista representado
por Salvador Allende, que convulsionó a las consciencias latinoamericanas (11
de septiembre de 1973-1989) e inauguró un cambio radical del papel del Estado (economía libre,
abierta al mundo, Estado pequeño
y subsidiario, de riguroso equilibrio fiscal y libre mercado). Tres años después,
Argentina seguiría la receta con otro golpe de estado (marzo 1976-1983). No es casual que la gran oposición, a un gobierno militar, patriarcal y capitalista, hayan sido mujeres con pañales en la cabeza exigiendo la aparición de sus hijos y posteriormente el reconocimiento de sus nietos.
En
México, con un discurso de paz social, una política exterior de alianza con el
Tercer mundo y asilo político, se organiza la “guerra sucia”. Bajo las banderas
de izquierda y derecha, no sólo se mataron a los jóvenes en las plazas de Tlatelolco
(1968) y en las calles chilangas manifestándose en apoyo a los estudiantes regiomontanos (Matanza del jueves de
Corpus Christi 1971), sino que se les persiguió y desapareció (liga 23 de
septiembre 1973), sobretodo en Guerrero, Chihuahua y Monterrey, donde surgió el
comité Eureka (1977), primera organización de madres de desaparecidos.
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Un 11 de septiembre de 1973. Allende, saldría muerto de la casa de Moneda después de los bombardeos. |
El trabajo del Estado en la región, aunque también en
otras periferías, se centró en la desaparición de opositores políticos y
sociales, el debilitamiento o pérdida de los derechos sociales y laborales, la
venta de recursos naturales y la privatización del espacio público. Las
empresas inmobilirias gentrificaron las ciudades y expulsaron la pobreza hacia
la perifería. Durante los años 80, el tránsito de los regímenes autoritarios
hacia aparentes democracias, continuaron el trabajo de las dictaduras y el
libre mercado pero legitimando, como democrático, el debilitamiento del Estado
vía la deuda externa. El FMI y
el BM promovieron la privatización de los activos más rentables de los países periféricos
(empresas estatales e infraestructura de diverso tipo). Lo hicieron a
través de diversos programas de “ajuste estructural” (denominados PAE), que
disfrazados de una supuesta modernización buscaban el desmantelamiento del
Estado y el fortalecimiento
del sector privado o empresarial, sustituyendo al Estado en una serie de
funciones (otorgamiento de crédito a instituciones de gobierno y prestación de
servicios tradicionalmente estatales que incluían la Banca Nacional, la
Seguridad Social y el Sistema Educativo.
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Resiliencia, Siria 2016 |
En algunos
casos, el debilitamiento se convirtió en destrucción total. El caso de Libia y
Siria son paradigmáticos, pero muchas zonas de México anárquicas y sujetas al
crimen organizado, como Tamaulipas, también ejemplifican territorios
controlados por capos donde el Estado y el derecho no existen, y donde las
empresas transnacionales, y ahora ecológicas, pactan con el crimen organizado
sin ninguna consecuencia legal.
Durante casi 30 años, se transfirió un enorme flujo de
capitales desde la perifería hacia el centro, particularmente a partir de la
deuda externa y las políticas neoliberales. México y las periferías se
convirtieron en fábricas de pobres que alimentaban el sistema financiero y una
élite central, transnacional y anónima, cada día más ávida. Podemos afirmar,
sin embargo, que esta avidez fracturó el sistema centro-perifería; hoy, el
centro también está generando cinturones de miseria que han puesto a las llamadas "democracias liberales centrales", exmodelos de imposición, en crisis.
Alemania, la economía más poderosa de la Unión Europea y la cuarta más importante del mundo, tiene un 20% de pobres y el último discurso del
presidente de Francia Macron, hablando de los pobres en el Museo del hombre en Paris, es una perla.
Cabe recordar que en términos planetarios el 1% de la población detenta el 46%
de los recursos del planeta, el 9% controla el 40%; es decir que sólo un 10% de
la población sin nacionalidad definida posee el 86% de los recursos del
planeta. Queda un 14% de la población concentrada en los países centrales, de
imaginario poroso y moralino, temerosa de caer en la pobreza que se divide el
14% de los recursos del palneta. El 50% de la población del planeta no tiene
nada, son los desheredados.
Por ello, aunque sea muy importante marchar el 2 de octubre y recordar
los 50 años de la matanza, aunque sea una sublevación que nos hace más humanos, no hay que olvidar que fue un acontecimiento local dentro de una estructura económica global que sigue vigente. Marchemos, pero recordemos con nuestros pasos que hoy México sigue siendo una
fábrica de pobres, que el debilitamiento del Estado ha creado zonas controladas
por el crimen organizado que pactan con transnacionales, que el fracking
provocará más fosas comunes alrededor del golfo, que la voracidad inmobiliaria
parece no tener fin y que caminamos sobre los huesos de nuestros desaparecidos…
desde el dos de octubre, hasta los 43 de Ayotzinapa y más.
También pienso que la minería debe salir de las áreas naturales reservadas; que quienes insisten en el NAICM no entienden que el sistema lacustre del valle de México está vivo, no extinto, que no se trata de ríos secos y tierras baratas sino de la viabilidad de la ciudad y la permanencia ecológica e hídrica de nuestro hábitat. Además, se deben preservar las lenguas indígenas incluyendolas en el mundo institucional, es una forma de asumirnos como el país plurilingüe que somos. Se puede empezar este proceso regresándole a la ciudad su nombre, México Tenochtitlán, y con él su vieja vocación de grandeza.