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Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros;
hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua;
en lo que a mí se refiere,
soy incapaz de imaginar un mundo sin libros."
Jorge Luis Borges
A Jaime, Karla, Lucía y Jaimito, por su generosidad
CRÓNICAS MESTIZAS,
Irapuato y la tercera feria del libro infantil
Yo he sido muy malagradecida con mi poemario; quizás
porque ya no soy aquella que una vez escribió las palabras que siguen
impresas. Aún así “De las cosas
que vienen de la nada y otras inmediateces” ha sido y sigue siendo muy generoso
conmigo. Me ha llevado por muchos
lugares y, como si fuera una publicidad cualquiera puedo decir que me ha
regalado muchas experiencias. Su
última hazaña (del 22 al 29 de abril), hace poco menos de un mes, se llamó Irapuato. Ahí en pleno bajío,
encontré una feria de libro infantil, muchos colegas y una ciudad vital.
Presentación "De las cosas que vienen de la nada y otras inmediateces", en el Palacio de Minería 2012 |
Irapuato es una pequeña ciudad al pie del cerro, Arandas. Fue una laguna alimentada por los ríos Silao y
Guanajuato, rodeada de tierra fértil para uso de los purepéchas; quienes la conocían como Jiricuato “lugar de casas bajas”. Pero ya sabemos que mal oído
tenían los conquistadores y hoy, ya sin laguna ni purépechas, los descendientes
mezclados con irlandeses, italianos, franceses y en los últimos tiempos
japoneses, la llaman Irapuato.
Flor de guiechachi, olorosa y ritual |
Caminábamos por
ahí cuando yo arranqué emocionada una flor olorosa que guardé en mi cartera
mientras mis colegas seguían sus pasos rumbo a los laureles de la India. A su sombra se levantaban los stands de
la feria.
Familia del bajío con una marimbita de hijos
|
Las ferias infantiles existen fundamentalmente para
fomentar la lectura entre los niños, así que ahí estábamos de colados. Gracias a los buenos oficios de Atalia
Solorio y Jaime Panqueva (La rosa de la china 2011), sitiamos la ciudad. Veníamos de Puebla, Morelia,
Guanajuato y chilangolandia, y desde el viernes en la tarde asaltamos el
Instituto de Cultura con un taller de poesía y la presentación del libro
“Liquidaciones” del narrador y poeta poblano Eduardo Sabugal.
Instituto de Cultura de Irapuato |
Este segundo libro del narrador poblano fue presentado
cual ritual líquido. Cada capítulo
lleva el nombre de una bebida que Panqueva (el final de los tiempos, 2012) y
José Antonio Banda (Cuaderno en Ruinas, 2011) degustaban, para envidia de los
presentes. Con cada salud y
fragmentos leídos, nos enteramos que al café le correspondían los dilemas
existenciales de un sindicalizado de la recientemente extinta por decreto
presidencial (octubre y 2009) Luz y Fuerza del Centro. Que la leche hablaba del origen, la vía
láctea y la desesperanza rural; que al whisky le correspondía el hijo prodigo
que sigue su marcha y al vino la traición con cantaor gitano al fondo. Al té el
desamor y al pulque la búsqueda de la identidad y la muerte. La presentación se convirtió,
posiblemente gracias a los elixires, en algo tan intimo que el escritor casi
nos cuenta todo el libro y las causas profundas de su nacimiento. Razones que en el arte siempre giran
alrededor del amor y el olvido.
Pero el ritual no fue suficiente para amainar al grupo,
que a pesar de los líquidos etílicos o justamente por eso, tenía hambre. La noche empezaba y nos dirigimos a las
Cigarras en la calle de Berriozabal.
Un lugarcito pintoresco que se ubica en una calle restaurada del
centro. Aunque con ciertos dejos
de gallardía, que sólo he visto iguales en San Luis Potosí y Zacatecas, el
centro de Irapuato es feo pero bien arreglado. Todo sirve desde el alumbrado público hasta las fuentes. Hay dos, las llamadas fuentes
danzarinas con un espectáculo de Luz y Sonido que es el orgullo y la atracción
turística municipal; y más allá la fuente de los delfines. Nos contaba José Antonio (Teoría de la
desolación, 2012), como buen escritor lugareño (aunque nacido en veracruz) la historia de la fuente. Decía que se le conoce también como
la Florentina, pues fue fundida en bronce en la ciudad toscana de Florencia junto a otras dos fuentes iguales.
Parece ser que el archiduque Maximiliano de Habsburgo, y emperador de
México que estudiaba náhuatl, por una razón que sigue siendo un misterio, las
encargó para decorar las ciudades guanajuatenses. Una era para Irapuato, otra para la hermana ciudad de
Guanajuato; la de León, como suele suceder en este país, desapareció.
Fuente de los delfines y macetas con Guiechachi atrás |
La escritura es un oficio de solitarios. Trabajamos rodeados de palabras y el
único compañero suele ser el silencio o la mente asaltada por las ideas; por
eso los encuentros son como recreos, deben ser breves, e intensos. El de Irapuato no fue la
excepción. Hablamos de la poesía,
del arte menor y el arte mayor si acaso eso realmente existe. Hablamos de las lenguas, de como se van
metiendo muy lentamente en los pueblos y como el español de México tiene apenas
200 años entremezclado con la saliva de nuestras bocas mestizas.
Al día siguiente, en la mañana, una lectura poética se
instaló de nuevo en el Instituto.
Esta vez vinieron del DF y Guanajuato la muy joven poeta Adriana Dorantes
(Quién vive, 2012) y el maestro Jesús Aragón (el oficio de esperar, 2006), los
acompañamos el semi irapuatense José Antonio Banda, Eduardo Sabugal y yo. Para la tarde la narrativa había tomado
plaza con los cuentos del michoacano Gerardo Farías (Sobre el olvido y el juego, 2012); de los médicos
y escritores Diana Raquel y José Manuel Ortiz Soto (Minibichario, el libro de los seres imaginarios), así como del irapatuense Alejandro Palizada.
Es curioso, una fuereña como yo podría pensar que Irapuato
compite con la ciudad cervantina a sólo unos kilometros de distancia. Sin embargo a diferencia de la “Cuévano”
Ibarguengoitiana, Irapuato no tiene ni estudiantes ni pretensiones. Te da lo que tiene: fresas, industria y
calor. Se atraviesa de punta a
punta en 15 minutos y a pesar de las inundaciones y otras destrucciones sigue teniendo un trazo humano. Sus habitantes , por supuesto, la suponen grandísima. Al preguntarles por una
dirección al otro lado de la ciudad te indican amablemente por donde seguir,
incluso se bajan del coche si es necesario. Al despedirse agregan “pero está muy lejos”. La primera vez que escuché su amable
epilogo me pregunté: “¿Entonces qué, no voy?” Hasta que de tanto perderme me
acostumbré a la frase. Sus gentilezas
están vinculadas a una cultura ciudadana que asombra al chilango.
Zona dorada, Irapuato |
Al respecto me comentaba la jueza Karla
Macías que a diferencia de Veracruz, (y del resto del país añado yo), la gente
de los municipios cree en la policía, respeta a la autoridad, se queja de los
abusos y levanta denuncias en los juzgados. No me extraña su comentario, pues eso se percibe en las
calles y en el andar despreocupado de los lugareños. Pero sobretodo lo ví en una fábrica artesanal de mermeladas
y fresas acaremaladas. La guía y
cocinera esperó nuestra llegada, por supuesto tarde; no se puso nerviosa frente a la marabunta
que llegó bajo el lema de escritores fuereños. Nos narró con detalles la manufactura de mermeladas, el
chamoy de fresa y el proceso del acaramelado. Aunque éramos más de los que cabíamos en su pequeño taller
familiar nos explicó todo con paciencia. Por
supuesto que los visitantes aprovechamos la ocasión para llevar fresas y fresas y
más fresas a nuestros terruños.
Inundación de Irapuato en 1973 |
Si me dejara llevar por mi
experiencia en el taller familiar y la amabilidad de la gente, en general,
podría pensar que es una ciudad muy provinciana sin embargo Irapuato es
profundamente moderna. Católica,
sólo sus templos, iglesias y algunas casas, sobreviven al ímpetu transformador
de Torres Landa. Ese gobernador de
los 60’s que, entre luces y sombras, esbozó con su “plan de abajo”, perdón de
Guanajuato, la fisonomía y vitalidad actual del estado. De hecho ese dinamismo, cruzado por
tres importantes carreteras, permitió que una feria del libro infantil acogiera
a noveles escritores de Morelia, Puebla, Guanajuato y el DF. Parecía un Encuentro de poetas y
narradores, más allá de los niños.
También pienso que se deben
abrirse las fronteras para el libre tránsito de los seres humanos, tal como
circulan las mercancías y los capitales. Pues estoy convencida que
somos de todas partes, que el origen es hacia donde vamos y no de donde
venimos, y que sólo es perfecto aquel para quien el mundo entero, amado y
asombroso, es como un país extranjero.
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