jueves, 24 de enero de 2013

CRÓNICAS MESTIZAS; Una escritora y su perra; Como la tinta y la palabra 3era parte


Zyanya Mariana

De todas las formas de vida que nos rodean, 
ni una, salvo el perro, se alía con nosotros.
Es el único ser vivo que ha encontrado y
reconoce a un dios indudable, tangible, irrecusable
y definitivo. Sabe a quién consagrar lo mejor de sí mismo.
Sabe entregarse más allá de sí mismo. No tiene que buscar 
un Poder perfecto, superior e infinito en las tinieblas, 
las mentiras sucesivas, las hipótesis y los sueños”.».

Maurice Maeterlinck
(Ensayista belga)





CRÓNICAS MESTIZAS; Una escritora y su perra
Como la tinta y la palabra, 3era parte

Janikuá ha mordido más de un libro de la biblioteca pero con sus pequeñas destrucciones vino a recordarme que nada me pertenece y que las cosas son sólo cosas, incluso mis libros.  Curioso, no ha mordido nada importante sólo objetos que debían irse.  Por supuesto que sus travesuras llegaron para recordarme que todo afán es inútil y que nacemos para reproducirnos y morir.  Nada más…   La gente, evidentemente, se escandaliza frente a esta afirmación, por ello insisten: “Algo más debe existir, aquí, allá y más allá.  De lo contrario no tendría sentido la vida”.  Los más conservadores se aferran a las religiones, los más nihilistas se suicidan, entre los dos polos una infinidad de posibilidades.  En cambio los animales y las plantas se entregan sin esperar nada, y se dejan suavemente domesticar.  A veces como los perros piden una caricia de vez en vez.  




Nuestras hermanas las piedras deviniendo arena, 
como el logo de Tariyata

Nos cuesta mucho trabajo entender que en todas las tradiciones espirituales (diferente a las practicas religiosas aunque vinculadas) subsiste la idea de que venimos a erosionarnos.  Nacemos piedra dicen, y llenos de gozo devenimos arena con el vaivén del mar.  En efecto muchos mitos y ciertos textos de la India aseguran que debemos encontrar un camino personal donde la erosión (eliminar el ego, la importancia personal) se convierta en un gozo.  De ella, dicen, nace la Gran consciencia (el Gran espíritu, Tloque nahuaque, dios, dioses, mente suprema, gran arquitecto del universo, totalidad, nada...).  Insisten, como el Dalai Lama, que el nombre de la religión no importa siempre y cuando nos convierta en mejores personas; añado, y nos decante.


“Cuenta el teólogo brasileño Leonardo Boff, que en una mesa redonda sobre religión y paz entre los pueblos, le preguntó maliciosamente al Dalai Lama en su inglés defectuoso que cuál era la mejor religión.  Esperaba que le contestara que el budismo tibetano o las religiones orientales, mucho más antiguas que el cristianismo …” Pero, añade, el Dalai Lama sonrió y me miró fijamente a los ojos diciendo: La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al Infinito. Es aquella que te hace mejor”."

Se supone que debemos transitar la vida entendiendo que el sufrimiento (diferente al dolor) es una idea, que el dolor (diferente al sufrimiento) es una experiencia transitoria de crecimiento y que para avanzar debemos aprender a soltar y dejar ir.  A todos nos duele la vida porque todos debemos de crecer.

Abandónate y abandona, dicen los gurús y los sabios; dicen que también lo dijo el Esenio Jesús.  Añaden que toda experiencia es personal, no sólo el nacimiento, el orgasmo y la muerte; sin embargo nos encasillamos en la familia, la comunidad, la aldea, la sociedad, la escuela y la época. Nos aferramos a ellos como si fueran baluartes.

Peor aún, introyectamos valores que se convierten en estructuras invisibles que rigen nuestras vidas.  Y así vemos a un montón de esposas cuidando al marido enfermo aunque este le haya puesto los cuernos hasta el cansancio.



Los edificios que las ciudades más modernas presumen, son grandes falos rumbo al cielo.
Vivimos en sociedades patriarcales que han olvidado lo femenino, la hembridad y la naturaleza.
Las formas arquitectónicas también revelan las estructuras invisibles que introyectadas nos encarcelan 

Curioso caso somos los únicos animales que construyen identidades y artificios para después pagar fortunas en el consultorio frente a un psicoanalista al que le ruegan ayuda para salir de las jaulas costumbristas y circunstanciales.  


Quino


¿Cómo sobrevivieron a estas fiestas tradicionales llenas de expectativas?  ¿el consumismo los colmó?  ¿Mamá-matriarca se enojó con los cachorros que ya crecieron o aceptó que todo cambia, incluso la estática navidad?






Por fortuna también somos el único animal que puede cambiar su hábitat, y salir de cualquier estructura mental. Para ayudarnos en este aparente desgarramiento de la identidad los cakras develan el camino.
Para la tradición yoguica (que no es igual al hinduismo aunque abreven en los mismos manantiales), nacemos en Mulãdhãra y debemos llegar a Sahasrãra.  Parece un camino recto pero en realidad es un círculo, una espiral, una ondulación pues la energía del cakra número 1 y del 7 es exactamente la misma sólo que invertida.

El viaje inicia en la posición de flor de loto, la posición cómoda, 
que nos convierte en un AXIS MUNDI


En ambos niveles de conciencia subsiste la misma armonía universal, sólo que en el cakra 1 utilizamos a Sakti (la energía en movimiento) para nuestros fines personales y egoístas mientras que en el cackra 7, Sakti (de Sak que significa “tener poder” /poder hacer) se utiliza para entregar “eso” que, cada uno de forma individual, debe regresar al mundo.
En los mitos Sakti es una de las tantas manifestaciones de la diosa de los 108 nombres, reencarnación de Kali y de la mujer primigenea; es también la esposa bienamada de Siva (Shiva).  Siva es el dios destructor de la tríada más popular de dioses en la India: Brama-Siva-Visnú. 



Lo que parece una línea en realidad es un misterio...

A simple vista lo que conocemos como hinduismo tanto en occidente como en México parece un politeísmo repleto de deidades deformes.  En realidad  Sanãtana Dharma (la ley eterna) como se nombran a sí mismos los que siguen el Bagavad Gita, es un culto monista (no confundir con monoteísta) que busca la unión de cada ser vivo con la totalidad.  Para un gurú todos somos la totalidad, las plantas, los animales y los seres humanos, y debemos fluir conforme a sus leyes.  Las plantas y los animales no lo cuestionan simplemente son, actúan y fluyen.  Los seres humanos, en cambio, nos asumimos racionales y dividimos la vida en dicotomías irreconciliables.  Asumimos tontamente que existe un solo camino en la vida y olvidamos que pensar es una forma del disentir, que disentir es una forma de encontrar y que encontrar es una forma de fluir con el todo. 




Pero no, insistimos en dividir el mundo, en llenarnos de deseos banales y de miedos.  Resultado nos inmovilizamos alegando comfort, comodidad, ocio, ignorancia… hasta que llega la enfermedad o la muerte.
Para la ley eterna todo está en movimiento, en un continuum cambio: nada perece todo se metamorfosea porque está hecho de la misma substancia.  Oponerse a dicha ley de cambio sólo trae sufrimiento.  Pienso en como los modernos nos enfrentamos malamente a la vejez porque nos aferramos a la juventud, al rostro sin arrugas y al cabello sin canas.  Cada vez que fluimos aceptando los cambios Sakti se acerca a Siva.
   
Siva es la idea y Sakti la energía para concretarla y la concreción de la misma, Siva es la tinta y Sakti la palabra.  La palabra está hecha de tinta y la tinta no vale menos que la palabra aunque la palabra le de sentido a la tinta.  Cada vez que la tinta deviene palabra, Sakti y Siva se encuentran y al instante se separan para volverse a buscar y volverse a encontrar. 
En la tradición yoguica Sakti desea reunirse con Siva al interior de cada uno de nosotros.  Para lograrlo utiliza a la serpiente Kundalini, como una barca que navega al interior de nuestro cuerpo por los 5 cakras.  Por supuesto que antes de iniciar el viaje se requieren algunos requisitos.
El cuerpo es el vehículo por lo tanto hay que cuidarlo y disciplinarlo, tal como un lobo que no es Alfa se disciplina dentro de la manada.  Nadie lo corretea, ni le da premios, ni castigos ni le dice “muy bien compadre”, simplemente lo hace.  Pero a diferencia del lobo, del perro y de los animales la disciplina en el ser humano cuesta.  Actuamos en función de nuestros miedos o de lo deseado y pocas veces actuamos en función de nuestro deber.  De hecho, en la mayoría de los casos, ni siquiera sabemos cual es nuestro deber, nuestro Dharma. 
Para un gurú, Dharma inicia con el yoga; para un yogui Dharma empieza con la respiración y la respiración se da en el cuerpo y el cuerpo tiene el deber de la salud.  ¿Física o mental?  Preguntarán los más críticos.  El gurú, si responde, dirá que cuerpo y mente son lo mismo.  Lo mismo, como la tinta y la palabra. 

También pienso que si bien los parquímetros desinhiben el uso del automóvil, no son la mejor solución.  Tanto el viene-viene como ecopark son formas de privatizar un bien público; la calle.  Por ello los recursos deben regresar íntegros a la ciudadanía.


Zyanya Mariana



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