ZyanyaM
A mis primas, a mi tía la guerrera y, a mi tribu de lado materno, con respeto y amor
A mis primas, a mi tía la guerrera y, a mi tribu de lado materno, con respeto y amor
Cáncer en el mundo. Según los estudios son factores extrinsecos los que contribuyen al desarrollo del cáncer: substancias químicas (fumar), radiación, virus o bacterias |
EL CÁNCER, UNA OPORTUNIDAD PARA LA TRIBU
A
diferencia
del SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) el cáncer lo he vivido como
una oportunidad de purificación para mi y mi tribu. Es muy posible que el hecho se derive de tres factores,
juventud, familia y naturaleza de la enfermedad.
Yo era
muy joven, universitaria y tonta cuando me tocó experimentar la muerte de un
amigo de SIDA. Con los años se va
la juventud, la cara de nada y muchísima de nuestra tontería malsana; quizás
por eso el cáncer lo he recibido, agradecida, como lección de vida. La segunda razón puede estar vinculada
a la cercanía de la enfermedad. El
SIDA lo tenía un amigo, y ya sabemos que los amigos casi hermanos se construyen
con el tiempo a partir de encuentros, desencuentros y reencuentros; él y yo no
tuvimos tiempo, ni siquiera para desencontrarnos, la parca se lo llevó
antes. Muchos dirán y, tienen
razón, que los amigos se eligen en cambio en la familia se nace; sin embargo
con los años he entendido que lo que le afecta a la tribu, querida o
vilipendiada, nos perturba como personas aparentemente individuales. Más allá de esta observación practica
subsiste la vieja idea, desde Pitágoras pasando por los Vedas y los Upanishads
hasta llegar al budismo de moda, que sostiene que sólo existen tres libertades;
una de ellas, en este juego de nacimientos supone elegir a nuestros
padres. La elección también tiene
un fin práctico, recordar rápidamente lo ya aprendido. Es como si aquel que fue músico
eligiera, en la siguiente vida, nacer en una familia de compositores y músicos
para reconocer, desde la niñez, lo que le había costado toda una vida aprender. Así de importante percibo hoy a la
tribu, allende las propuestas prácticas o freudianas, está la libertad y la
idea de que tanto las taras como las cualidades de la tribu son lecciones por
adquirir.
Empero,
más allá de las disquisiciones alrededor del tiempo, la amistad y la
reencarnación subsiste un tercer argumento que me parece el más importante de
todos. La naturaleza de la
enfermedad. El SIDA convierte al
cuerpo en un organismo incapaz de dar respuesta a las infecciones, aún las más
oportunistas. Es como si el virus
nos quitara la capacidad de pelear y se llevara nuestra voluntad de sanar, amar
y perdonar (nos). No debe extrañar
el VIH es un retrovirus, es decir que para reproducirse se inserta en el
mecanismo de reproducción de la célula infectada, cual parásito incapaz de
vivir y reproducirse solo. Cuando
recuerdo a mi amigo sólo en el hospital, rechazado por su familia, rodeado de
pocos, lo pienso agónico, como un cristo malquerido bajado de la cruz,
consumiéndose por ríos negros, venidos de no sé donde, y apoderándose de su
cuerpo como hoyos hambrientos.
La
naturaleza del cáncer en cambio es multiplicativa, generalmente no se inserta
en una célula (en algunos casos sí) se prolifera vitalmente en los tejidos más
allá de los limites normales, creando incluso ambientes nutricios para su
supervivencia. Es como una
necesidad de vivir y reproducirse sin reglas.
A diferencia de las células no cancerosas, las células con cáncer evitan la muerte celular, llamada apoptosis. |
Su mismo nombre explica su vigor: como Cangrejo, -cáncer,
del griego Karkinos, (cangrejo),
pues se dice que adopta formas abigarradas como nebulosas cósmicas, que se
adhieren obstinadamente, cual pinzas, a lo que agarran. Sin embargo la analogía que más me
perturba del cáncer es donde se le compara a un ser dentro de una
sociedad. Un cuerpo funciona
porque sus órganos disciplinados responden sin intereses propios, a su vez los
órganos trabajan convenientemente porque las células se multiplican para un fin
común; el servicio y bienestar del cuerpo. En el cáncer, sin embargo, las células desobedecen, se
individualizan combatiendo el funcionamiento común, la idea más allá de ellas,
de los órganos e incluso del cuerpo.
Siempre habrá células desobedientes que se combaten sistémicamente, pero
cuando se aumentan más allá de los limites permitidos, el cuerpo muere. Cuando hay guerra, de dos iguales en un
mismo territorio, ambos, sin juzgar buenos y malos, deben ceder y cambiar para
que el cuerpo, la cultura o el país sobreviva. Esto sucede poco en nuestros días modernos y narcisistas,
demasiado “yo”. De hecho estoy
convencida que la búsqueda implacable de nuestros intereses personales a costa
de los demás, el individualismo sin limites, la búsqueda de placer sin
compromiso o el acumular sin sentido es un reflejo del comportamiento de las
células cancerigenas; no me cabe duda.
Mi
experiencia es que el enfermo de cáncer funciona como frontera entre su cuerpo
y la tribu. El enfermo se
convierte en una frontera, un espejo hacia adentro y hacia fuera. Él individualmente debe sobrevivir a
una metamorfosis donde se perdone y perdone los motivos de su aislamiento, de
su malquerer; por su parte la tribu debe perdonarse haberlo aislado y,
sobretodo, las razones y prejuicios por las cuales quisieron aislar al enfermo
antes de su enfermedad. El enfermo
se convierte en una oportunidad para todos de reflexión; de transformación, de
pasar de gusanos cotidianos a mariposas.
Me recuerda los rituales antiguos de purificación donde se sacrificaba
un animal con las culpas del grupo pero también invoca el fundamento de los
cristianos cuando afirman que Jesús se sacrificó por los hombres. El cáncer es una enfermedad ritual
sirve para purificar, como si del enfermo salieran ríos blancos que como rayos
sanadores se expanden en la familia, en el grupo, en la tribu. Si el enfermo y la tribu cambian el
enfermo se cura.
Esta nota
es para mi tía, la guerrera, que se ha atrevido a cambiar y para el resto de la
tribu que estamos cambiando aunque nos duela.
También pienso que
dada la diversidad de nuestro país es necesario refundarnos como un país
plurilingüe. Que de las 53 lenguas indígenas que sobreviven hasta el día de
hoy, se elijan 5 y junto al español se conviertan en nacionales; que se le
exija a todo profesional hablar una de ellas, además del del castellano.
Es fundamental, por otra parte, que nuestra capital recupere con su
nombre México Tenochtitlán, su vieja vocación de grandeza.
Zyanya Mariana
GIuR
ResponderEliminarpor un error de "botones" borré tu mensaje. Espero me disculpes y vuelvas a comentar mi blog.
Sólo pude recuperar mi respuesta. De corazón te ofrezco una disculpa.
ZM
RESPUESTA A UN COMENTARIO DE GIUR QUE BORRÉ POR EQUIVOCACIÓN
GIuR,
tu argumento me parece interesante: años de represión, obediencias y reservas emocionales como causas de ciertos desordenes celulares, allende el diagnosis tradicional, no lo sé, puede ser. Sin embargo sé que en tanto seres humanos nuestro andar está lleno de errores, miedos y otras cosas. Estoy convencida que debemos perdonarnos.
muchas gracias por tu comentario. Francamente, a veces al escribir, espero mucho menos de lo que recibo... Como cualquier ser humano también tengo miedo y vergüenza cada vez que publico una nota, nunca pienso que la van a leer deseando que lean, que sirva. Y de repente llegan regalos, como tú, para recordarme que hay que caminar la vida sin miedo.
Gracias